18 Oct. 2016
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Hoy en día, en un mercado global mantener encuentros con inversionistas y clientes extranjeros conlleva un margen potencial de ganancias más grande y mayor innovación derivándose en constantes viajes de negocios. Sin embargo hay una gran diferencia entre los viajes por trabajo y los viajes por placer.

Un viaje de negocios supone un estrés añadido a nuestra actividad laboral. Es posible sentirse positivo pensando en la posibilidad de darte el tiempo para conocer o visitar algunos lugares, pero no en todos los casos se tiene la oportunidad de descubrir y hacer algo de turismo durante el viaje por trabajo.

Investigadores de la Universidad de Surrey, en Gran Bretaña, y la Universidad de Linneo, en Suecia, publicaron un nuevo estudio que destaca lo que ellos llaman “El lado oscuro de la hipermovilidad” en donde advierten sobre los efectos de los viajes frecuentes.

Hay 3 tres tipos de consecuencias que sufren aquellos que por cuestiones de trabajo tienen que viajar: Fisiológicas, Psicológicas y Sociales

  1. Consecuencias Fisiológicas
    Las secuelas fisiológicas son las más obvias, como la descompensación horaria, otras menos conocidas son el envejecimiento acelerado o el aumento en el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular; también el peligro de sufrir trombosis venosa profunda, dolores de espalda y, por supuesto, hacer menos ejercicio y comer de forma menos saludable que aquellos que no suelen viajar tanto.

  2. Consecuencias Psicológicas
    El efecto psicológico y emocional de los viajes de negocios aunque más abstracto, es igual de real. Los viajeros frecuentes experimentan algo que se podría llamar "desorientación viajera", producto del rápido cambio de lugares y zonas horarias. También sufren estrés, dado que "el tiempo viajado pocas veces se verá compensado por una menor carga de trabajo, además existirá ansiedad asociada con la progresiva carga de trabajo”.

  3. Consecuencias Sociales
    Por último, pero no menos importante, se sabe que los matrimonios sufren debido a los contantes viajes, al igual que el comportamiento de los hijos (si es que hay); así las relaciones tienden a ser desiguales, ya que la pareja que se queda en casa se ve obligada a asumir tareas más domésticas. Las amistades también se ven afectadas, pues “se sacrifican actividades colectivas por dar prioridad a los familiares más cercanos al regresar de los viajes”.

La videoconferencia como una alternativa a la hipermovilidad

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